Este mi espejo
7/22/2025
Este mi espejo
Relato
Van tres veces que limpias el espejo. Demasiada huella, demasiado rastro del llanto de ayer. Cuando las luces se apagan y el apartamento queda en silencio, te preguntas si los vecinos sabrán que pasada la medianoche comienzas a desnudarte frente al espejo. Despacio y con curiosidad, haces a un lado el miedo para observar las marcas que te enseñaron a no querer, porque no alcanzan a colmar la imagen de lo que debería ser este instante desnudo. Soy yo, te dices. Abundantes lunares, cicatrices y vellos. Soy yo. Así te ves con la posibilidad de desear.
No hay melodía correcta, única o lineal que pueda vestir apropiadamente tu vivo retrato. Detienes la música para que la observación lleve sólo el ritmo de tus ojos y tus ojos lleven el ritmo de tus recuerdos. Te preguntas cómo es que actuaría ella frente a este espejo. Cómo ella hubiera deseado. Tú también has guardado silencio para ahogar los secretos mal contados. Quizás eso intentas hacer ahora, mirándote en este vidrio roto. Tan infinito que no alcanzas a ver su transparencia. Así se te presentan los momentos honestos: cristalinos y sordos.
Sobrepones su imagen a la tuya. Cierras los ojos para hacerla cruzar el umbral y sacarla de ahí detrás del espejo. Sientes cómo se acerca. Tu cuerpo lleva la huella de muchos otros, como el suyo en este preciso instante. El reflejo te regresa su olor a hierba mojada. Por eso sabes que su presencia no es un imaginario arrinconado. Simplemente esa luz tenue es un álbum de historias rotas. ¿Por qué no pensaste que lo ideal era quedarte? Te fuiste y ella quedó entregada a la noche. Custodiada por milagros, con la mandíbula trabada de pura traición.
Deslizas tus dedos bajo tu blusa y comienzas a trazar círculos en tu ombligo. Aprietas el abdomen. Contienes el aire. ¿Es este el centro de tu cuerpo? Cuando eras joven tu madre te repetía que las nubes son mapas y que el ombligo es su memoria. Ahora tú piensas que la piel es ironía. Llora, sí. Llora en silencio. Llora. Ella hubiera llorado contigo. Es que el amor es una magia incuantificable. Hace del vientre un reactor. Y mientras tanto tú escarbas su recuerdo sin testimonios.
¿Por qué negar el sentimiento en nombre del pragmatismo relacional? Aquí. Así. De frente a tu reflejo. Cuando no huyes y te das la posibilidad de desear todo es diferente. Mira… Mira la simpleza del equívoco. No. No, te vayas. No puedes huir también de mí. No te atrevas a olvidar tu reflejo. No. Sólo acéptalo. Aunque te lo prohiban, aunque te lo reprochen. Este tu espejo te lo confiesa. Sin moralismos, sin rejas. Baila. Siente. Mírate. Quiere el suelo que te sostiene: más abajo no hay. No temas caer. Híncate. Llora. Ama.


Muriel Martínez
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